Letras sobre el mar
sábado, 13 de noviembre de 2021
¿Se puede llamar Maestro a quien no te ha dado una sola clase?
martes, 24 de agosto de 2021
A SANTIAGO DESDE MADRID: UN CAMINO –CASI- COMO ANTAÑO
Todos los caminos llevan a Roma, ya se sabe. Consecuencia lógica de haber sido durante siglos el centro del mundo conocido y de uno de los más grandes imperios jamás existentes. Una y otra circunstancias dejaron de concurrir hace más de mil quinientos años, pero si hoy Roma sigue siendo destino de todos los caminos, sin duda se debe a su mantenida condición –junto a Jerusalén- como centro de la cristiandad, lo que ha permitido que sigan llegando peregrinos desde todos los puntos del planeta.
Con Santiago de Compostela, tercer pilar de la trinidad de
ciudades santas cristianas, ocurre algo parecido. Desde que fuera descubierta a
principios del siglo IX una tumba que la tradición señala pertenece al Apóstol Santiago,
millones de peregrinos procedentes de todo el mundo han dirigido sus pasos
hacia Compostela. Por devoción, en virtud de alguna promesa o simplemente
movidos por la certeza de que el camino resulta en sí una razón suficiente. Y
como en el caso de Roma y Jerusalén, cada peregrino decide emprender el camino
en el sitio en el que vive, al margen de que la marcha a pie dé o no comienzo allí o en cualquier otra parte.
Hay así tantos caminos de Santiago como lugares de origen de
los peregrinos. Y como con los cursos de agua, que van acrecentándose conforme
confluyen, hay caminos torrente, caminos arroyo y caminos río, como el francés,
que con origen en Saint Jean Pied de Port y tras recoger las aguas del camino
aragonés y de otros muchos, llega a Santiago con un ingente caudal de
peregrinos.
El verano pasado comencé a recorrer este último en compañía de mi hijo
mayor, Alvaro. La idea era empezarlo y seguir completándolo en años sucesivos,
hasta arribar a Santiago. Así que, como solo disponíamos de cuatro días, desde
Roncesvalles, pudimos llegar hasta Estella, descendiendo los valles navarros
desde el Pirineo.
Este verano teníamos previsto avanzar otras once etapas desde Estella a Frómista, ya en tierras castellanas, pero un leve pero invalidante percance de salud de mi hijo frustró el empeño cuando ya nos hallábamos en marcha, obligándonos a regresar a Madrid.
Aunque Alvaro insistía en que siguiera yo solo, para mí estaba claro que ese camino de Santiago únicamente podía proseguirlo junto a él. Lo habíamos empezado juntos, así que le daríamos continuidad cuando fuera, pero los dos. Aunque lo cierto es que yo tenía unas ganas enormes de caminar hacia Santiago, así que le propuse que, mientras él se reponía de su percance y en la confianza de retomar el camino francés en próximas vacaciones, comenzara yo otro camino alternativo. Y qué mejor que hacerlo desde mi propia casa, en Madrid, para conectar con el que, desde hace siglos, lleva a los peregrinos madrileños a la ciudad santa, atravesando la sierra de Guadarrama y las provincias de Segovia y Valladolid hasta juntarse con el camino francés en Sahagún (León). Y como la mochila ya la tenía preparada…
De este otro camino va esta entrada –y las que sigan-. De un
camino que, aunque mucho menos conocido que otros, tiene un gran atractivo. Y
además permite a quienes, como yo, moramos en nuestra querida ciudad de Madrid,
dar sentido a lo que los peregrinos preindustriales entendían como el viaje a
Santiago: ponerse en marcha, a pie, desde sus propios hogares, hasta alcanzar
la lejana ciudad del Apóstol. Aunque en mi caso, lógicamente, disponga de bastones telescópicos, mochila y
vestimenta propias de mi época y no de la suya y, sobre todo, de un aparatito -que
seguimos llamado teléfono móvil- que me geolocaliza todo lo que necesito y que
me permite ir inmortalizando el recorrido para que pueda ir ilustrando también
con imágenes lo que el mismo me depare.
¡En marcha, pues, y que el Apóstol nos guíe y nos proteja!
Madrid, 22 de agosto de 2021.
domingo, 15 de marzo de 2020
VENCEREMOS
domingo, 10 de noviembre de 2019
MIENTRAS TE AMO
He dudado bastante en cuál, pero -será por el día electoral o por yo qué carajo sé- el que me apetece es este. Acomódense y disfrútenlo o repúdienlo. Cada cual lo que considere, que en esto de la poesía la entraña es lo que cuenta.
Mientras te amo,
hay miríadas de bocas hambrientas ahí afuera.
Hay guerras y torturas y detenciones ilegales,
incluso aquí mismo.
Hay ancianos muriendo solos y olvidados.
Yo te amo
y miles de corazones de piedra se encastillan
para resistir asedios interminables
frente al abismo de Helm.
Mientras nos amamos,
un horizonte de manchas trepando al sol nos circunda,
Mientras tú y yo,
allá hay campos desiertos y baldíos,
extensiones de agua estancada y desahuciada,
caminos obstruidos por la resignación,
trincheras excavadas en miles de impaciencias que anhelaban.
Nos miramos a los ojos
y no vemos que estamos simplemente cercados
por un mundo para el que ya somos ajenos,
una impronta en la pared que se diluye por minutos.
Mientras te amo,
el signo de los tiempos nos ignominia
y el cielo se contrae en un último estertor.
sábado, 21 de septiembre de 2019
HOY QUIERO ESCRIBIR LAS PALABRAS MAS HERMOSAS
martes, 18 de diciembre de 2018
LOS MACARRAS DE LA MORAL
Y todos pontificando, por supuesto. Yo el primero. Si no, de qué se me iba a ocurrir compartir estas reflexiones.
Pero no nos engañemos, que clases sigue habiendo. Por eso algunos nos limitamos a denunciar la incoherencia que evidencian tales comportamientos sin atrevernos a reeducar al personal y otros en cambio siguen repartiendo títulos y diciéndonos quién sí y quién no; aleccionándonos sobre cómo debemos pensar, a quién podemos votar o a dónde es preciso que nos dirijamos si no queremos parecer sospechosos de desviacionismo, de progresismo o de conservadurismo. Y una vez que un macarra de la moral excreta su consigna en cualquier medio o red de difusión, raro será que otros tres o cuatro no le secunden de inmediato, iniciando una cadena reactiva que descojónate de la de la fusión nuclear.
Y es ahí donde radica el problema, pues el virus nunca antes dispuso de condiciones tan propicias. Nunca antes se dio este apabullante exceso de voceros de lo que es justo y, al tiempo, nunca antes la pueril disertación pudo acomodarse así de fácil en tantas mentes obtusas. O sea, nunca antes tanto necio llegó tan alto y dispuso de altavoces tan potentes.
Y nunca antes tantos macarras de la moral alcanzaron la presidencia de algunos de los países más y menos importantes de este planeta (e incluso de alguna república baratariana -y barretiniana- aún por inventar). Nunca antes tantos hicieron tanto por tan poco y con tanto ahínco y encima fueron tan bien recompensados por ello.
Así que, como se habrían dicho de haberse conocido Mafalda y Antonio Flores -¡qué grandes los dos, aún tan pequeños!-: “que paren el mundo, que me bajo”, que “aquí no queda sitio para nadie”… Salvo -claro está- para los macarras de la moral.
sábado, 20 de octubre de 2018
OÍ HOY QUE ANDABA HUIDO
viernes, 27 de julio de 2018
MACARI
Le conocí cuando el mundo estaba poblado por gigantes; y él era uno de ellos. Desde luego que no soy capaz de rememorar los primeros encuentros. Aunque él viviera en Barcelona y nosotros en Madrid, no dudo que haría por venir a conocer a su sobrino. Puede que yo fuera el sexto hijo de su hermana, pero era su única hermana. O más probable es que fueran mis padres quienes me llevaran a Barcelona o Sitges en la primera ocasión que tuvieran, para que mis abuelos me conocieran. Hacía años que no venían a Madrid y no iban a hacer una excepción conmigo. Y aprovecharía él también para hacerlo.
A partir de algún momento, quizás los 4 o 5 años, su imagen se me aparece ya con suficiente precisión. Y lo que desde allí a aquí se repite en mis propios recuerdos es siempre su mirada: inteligente y afable, viva y cálida. Habrán pasado varias décadas, se habrá blanqueado su cabello, arrugado su rostro, encorvado -aunque poco, siempre fue muy coqueto en la planta- su espalda, pero esa mirada sigue marcando su presencia. Y la de quienes tenemos la suerte de habitarla.
Esa mirada sigue buscando lo que importa. Y a él le importa la gente. Su curiosidad no ha sido derrotada por los años. La irradia hoy como lo hacía cuando le conocí. Como cuando siempre. Por eso resulta tan fácil compartir con él cualquier momento. Incluso los complicados. Y por eso le siguen buscando los amigos que aún le quedan, pocos de los de su edad, pero muchos de los que ha seguido haciendo, al amparo de esa misma naturalidad y simpatía que sigue prodigando a sus 89.
Siempre nos lo recuerda: cuando celebraron sus bodas de oro, en Sitges, el director del hotel que escogieron se asombró al comprobar que pedían un salón con capacidad para más de 100 comensales. "Es la primera vez que para unas bodas de oro me piden un espacio tan grande”, les dijo. Y añadió: “¿Cómo es que les quedan tantos amigos?” A lo que mi tío le aclaró: “Es que tenemos muchos amigos nuevos”.
50 años casados (entonces; hoy unos cuantos más) y todavía tontean, se piropean o se gastan bromas como si acabaran de enamorarse el uno del otro.
Mi tía -el espíritu indomable y torrencial a despecho de su menguada memoria corta y de no poder caminar desde hace años-, le dice “guapo” a la mínima. Y él le responde con una sonrisa galante para recordarle que la sigue amando. Aunque si coincide que salimos a comer a su restaurante preferido en Barcelona y una camarera nueva le mira demasiado -el azul de sus ojos sigue imposible de definir-, mi tía es capaz de sentirse tan celosa como cuando a los 20. Y de advertirle a la sorprendida camarera que Macari es “suyo” y no tiene nada que hacer. Y él la reprenderá por insolente, pero poco, porque en el fondo sabe que mi tía lo hace para que él sepa que sigue loca por él.
Por eso con ellos es fácil de entender el secreto: estar pendiente del otro como si no hubiera un mañana, como si el único mañana fuera hoy... Y ser consciente del inmenso regalo que es compartir la vida con alguien al que amas, de la misma inmensa suerte de haber podido conocer a esa persona y de que encima te haya escogido a ti también.
Así que gracias, tío, por permitirme habitar vuestra mirada y el inmenso amor que os derrocháis. Gracias a los dos por enseñarme que el camino lo trazamos cada día. Y que de nosotros solos depende a dónde nos lleve y lo que en él queramos aprender.
En algún lugar sobre España, 20 de julio de 2018.
domingo, 29 de abril de 2018
De fachas, rojos y otros vecinos
domingo, 15 de abril de 2018
ROTO
para todos los días que quedaban,
para todos los besos prometidos,
por cada uno de los dos que aún se amaban.
y la luz que asomaba yace inepta
en la oscuridad total de este naufragio
con que el silencio se ha roto para siempre.
sábado, 3 de marzo de 2018
LA CASA DE LA COLINA
sábado, 24 de febrero de 2018
PARA CUANDO UNO ESTÁ MUERTO Y NO LO SABE
Hubo un hombre que anunció su nacimiento
Por supuesto mucho antes de que fuera
Y algunos que lo oyeron se escamaron
Sorprendidos de tamaño atrevimiento.
Hubo un loco que entendió que estaban cuerdos
Los que andaban buscando en cada espera
La razón que les faltaba y que no hallaron,
El olvido que no había en sus recuerdos.
Hubo un niño que escaló por la ventana
Abierta desde antaño por los dueños
De los días, de las noches, de los sueños,
Y en su ascenso fue la tarde y la mañana,
El más grande de entre todos los pequeños.
Hubo un viejo que esperó que todo fuera
Ya por siempre lo que nunca fue su herida:
Bien nacida, bien hallada, bien venida,
Un camino claro y cierto en la quimera
Infinita de la muerte y de la vida.
Hubo tántos que no hubieron ya palabras:
Locos cuerdos, olvidados con memoria,
Dueños viejos de esperanzas sin historia,
Niños magos de ale-hop y abracadabras.
Y en todos los que hubo nos hubimos.
Puros versos de un poema inacabado.
Cuna, vida, muerte, adiós, olvido.