Esta España ingrata y malparida es así. No se trata de libertad de expresión frente a respeto a los símbolos comunes. Tampoco de "progres" contra "carcas", derechas contra izquierdas ni primos contra primas. De hecho, aunque sea ésa la excusa, ni siquiera es realmente una cuestión de nacionalismo de extrarradio frente a centralismo homogeneizador. No, es algo mucho más sencillo y tan hispano (mal que les pese a quienes pretenden distanciarse del concepto) como Numancia o Viriato (lusitano hispano como el primero), don Pelayo o Covadonga, Jaume "el Conqueridor" o las Navas de Tolosa, Don Juan de Austria o Rocroi, el Almirante Blas de Lezo (guipuzcoano hispano como el que más) o Cádiz resistiendo al francés durante treinta meses, el "no pasarán" o Belchite... Vamos, que se trata simplemente de llevar la contraria, de convertir algo que todo el mundo da por supuesto exactamente en su contrario, de trastocar lo obvio en lo inesperado, de rebelarse contra todo y contra todos, de decirle en cada momento a los amos del mundo que aquí sólo mando yo y mis paisanos, que para eso somos de Almagro, o de Pasajes, o de Vilanova y la Geltrú o de donde nos salga de las narices. En definitiva, de tocar los huevos.
Porque, digo yo, a alguien se le ocurre cómo si no se tiene que llamar la propuesta que algunos de nuestros insignes castizos (de casta -claro está- política) nacionalistas de barretina, txapela y zueco, han realizado de pitar al himno y al Príncipe para la final de la Copa. ¿Pero qué Copa creen que iban a jugar los que ahora invocan como sus equipos cuando se apuntaron al principio del curso? ¿La "Copa Champiñón" del "Mario Kart", tal vez? Pues entonces, ¿a qué cuento viene protestar ahora contra el Rey en la persona de su hijo? Protéstale lo de pegar tiros a los pobres paquidermos, que ciertamente tiene poco pase a cualquier hora, pero menos aún con la que nos están dando de todos lados y a su edad. Pero... ¿pitarle al Príncipe en la final de la Copa del Rey? ¡Coño, es como pitarle al cura cuando en tu boda te pregunta si quieres a tu futur@ -inmediato, pero aun futur@- como espos@! ¡Si nadie te ha dicho que te cases! ... Lo has decidido tú solit@, ¿no?; pues entonces, coherencia, macho, y a apechugar con las consecuencias. Y los huevos te los tocas tú o se los tocas a tu pareja, si se deja y le gusta, pero no a los demás.
Pero se trata de eso, precisamente, de tocar los huevos, que ciertamente y los siglos lo demuestran, es lo que mejor sabemos hacer en esta maravillosa heterogeneidad que es España. Así que, como va en nuestra idiosincrasia, a pitar todo el mundo... Y que el borbón se entere de cómo es el país sobre el que -si ni la Merkel ni nuestros gobernantes acaban por fastidiarlo- algún día tendrá que reinar.