CONDENADOS
La cita que te iba a pedir caducó en mis labios
Como se marchita la flor que no se abre
Y deja que el viento del estío
Selle seco sus colores ya invisibles.
Fue aquella palabra no dicha
Quien cautivó para siempre mi memoria
Y la encerró en la torre más alta
Del castillo en que aún vaga mi espíritu,
Espectro inevitable y desvaído.
Ante tu inmensidad refulgente, frente a tus ojos de esfinge,
Los míos claudicaron, incapaces, indolentes,
Y, como el mortal se postra ante los dioses,
Rehusaron verte entera y huyeron al caer la tarde,
Al abrigo de las sombras.
De entonces aquí todo fue ese momento,
Ese inevitable comprender que soy pasado
Y que el cielo que me estaba prometido
Yo mismo lo inferné sin juramento.
Pues al cabo al fin hoy he entendido
Que la vida no presente ya no es vida
Y que estamos condenados al olvido.
Como se marchita la flor que no se abre
Y deja que el viento del estío
Selle seco sus colores ya invisibles.
Fue aquella palabra no dicha
Quien cautivó para siempre mi memoria
Y la encerró en la torre más alta
Del castillo en que aún vaga mi espíritu,
Espectro inevitable y desvaído.
Ante tu inmensidad refulgente, frente a tus ojos de esfinge,
Los míos claudicaron, incapaces, indolentes,
Y, como el mortal se postra ante los dioses,
Rehusaron verte entera y huyeron al caer la tarde,
Al abrigo de las sombras.
De entonces aquí todo fue ese momento,
Ese inevitable comprender que soy pasado
Y que el cielo que me estaba prometido
Yo mismo lo inferné sin juramento.
Pues al cabo al fin hoy he entendido
Que la vida no presente ya no es vida
Y que estamos condenados al olvido.
Madrid, 10 de octubre de 2014
(Finalista del IV Certamen Umbral de Poesía – Valladolid, 2017)
¡oh! Enhorabuena finalista. Si es que vales pa'tó!! Pues nada, a ver si un día de estos te la oigo recitar. ;-)
ResponderEliminarPues encantado, aunque auto-recitarme no es lo mío, no creas...
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