domingo, 3 de junio de 2012

Esa inmensa suerte



La memoria es una ramera traicionera que oculta sus sentimientos bajo capas y capas de maquillaje. Transforma tus errores en caprichos del destino. Agiganta tus aciertos hasta divinizarlos. Muta lo gris en plata y lo amarillo en oro. Y te alza por encima de ti mismo.

Así se explica lo que la sabiduría popular percibió desde que tuvimos uso de razón, los poetas cantaron ya hace siglos y la psicología describió muy posteriormente: que un mismo suceso siempre es recordado de modo distinto por quienes lo presencian, incluso si se trata de meros espectadores no afectados personalmente por las consecuencias del mismo. Y su variante: que la configuración del suceso en nuestra memoria varía igualmente con el transcurso del tiempo, llegando a integrar una vivencia muy alejada de la que realmente fue.

En la práctica cotidiana en los Tribunales de Justicia, tal máxima de experiencia se comprueba una y otra vez, hasta el punto de que muchas veces se observa a quien, sin tener realmente ningún interés en el pleito, narra un hecho pasado de un modo contrario al que el resto de las pruebas han configurado claramente, pero haciéndolo con tal convencimiento de su realidad que resulta evidente que cree que en verdad ocurrió así.

Con todo, ésa es la magia y la gracia, supongo, de nuestros recuerdos. Como la de todas las cosas que merecen la pena, que para llegar a ellas hay que quitarse todas las corazas con que nos hemos ido blindando a lo largo de la vida. Por eso, cuando desnudas tu pasado de mentiras y auto justificaciones, cuando quedas solo frente al espejo y te ves como eras pero más viejo, puedes llorar o reír, puedes amargarte o alborozarte, sentirás las más de las veces ese agridulce, frío y cálido sabor de la nostalgia o llevarás luto por todos los que se fueron yendo por el camino, los que despediste y los que no pudiste saludar antes de que se marcharan... Pero, sin duda, en ese momento, podrás decir que eres, sin disfraces, sin adornos, simplemente quien quisiste y pudiste ser. Y que tu vida, mejor o peor de lo que jamás imaginaste, fue y aún será única e irrepetible. Como todas las cosas que merecen la pena. Como la sonrisa de un niño tras pintarrajear un monigote. Como los besos que te daba tu madre al arroparte. Como el primer baño en la playa aquel Verano. Como los labios de aquella tu primera novia sin saberlo. Como los ojos bien abiertos de tu hijo recién nacido. Como la dolorosa ausencia de quien falta. Como el día que te arrojaron del paraíso. Como el que descubriste que nadie podía privarte de él. Como la luz naranja de aquella luna... 

Y en ese mismo instante, sólo entonces, comprenderás tu suerte; la inmensa suerte de haber sido.



12 comentarios:

  1. Como siempre atinado, certero e invitando a reflexionar. Un placer leerle

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    1. Muchas gracias, Mazius, por sus palabras. Un cordial saludo.

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  2. Sí, tienes mucha razón: los recuerdos son tan únicos como las personas y lo que para mi suegra fue un verano idílico para mí fue una pesadilla!! Es broma!!

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  3. Querido Aulio, un auténtico placer leerte, pero pones el listón demasiado alto para que los simples mortales nos atrevamos a hacer inteligentes e ingeniosos comentarios sobre tan excelentes textos. De momento un saludo ... no sé si me atreveré a seguirte.

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  4. Y tener la inmensa suerte de leerte! Tus reflexiones deberían ser lectura obligada en colegios y periódicos.
    En los primeros para que nuestros hijos aprendan a vivir cada momento como parte inolvidable del camino, y en los segundos para que los adultos seamos conscientes del camino recorrido.
    Hace unos años en Madrid se escribió parte de mi camino, y tal vez conocí allí a Autelio, el mismo, que con sus letras sabe que esa parte del camino no se escribió, sino que se está escribiendo

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  5. Gracias a todos por vuestros comentarios. El placer, de verdad, es tener lectores tan magnánimos. Un abrazo.

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  6. Me has hecho reflexionar sobre la doble cara de esa memoria que tan bien describes; me quedo con el poder y la magia que nos aporta.
    Cierto que sin nuestro control se envuelve en tantas capas que puede llegar a traicionarnos, pero si queremos, si somos capaces de utilizarla para hacer surgir nuestros mejores recuerdos tras el olor de la madalena, el retazo de música que sale de una ventana, el viento en la cara justo cuando ves ese barco en el mar … se hará nuestra inseparable compañera, nos permitirá decidir libremente si queremos vivir lo mejor de nuestro pasado.
    Si la vida es corta, si después no hay nada ¡qué pobre sería vivir la vida una sola vez! Es nuestra memoria la que nos permite multiplicarla por mil y volver a sentir no sólo lo ya vivido sino también lo leído o sentido ante la creatividad de otro, lo inventado por nuestra mente en la búsqueda de más felicidad, lo deseado intensamente …
    …. nos permite ser los que somos y valorar la inmensa suerte de haber sido.

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  7. Aquella luna, aquellas estrellas, esas perlas.... y todas las que quedan por venir. Un abrazo. Esperando la próxima :)

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  8. De verdad que es emocionante comprobar cómo las palabras buscadas con tanto cariño cobran vida propia y se hacen mayores y con sentido cuando las leen y las reescriben lector@s amig@s como vosotr@s. Muchas gracias.

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  9. Apreciado Aulio, sorprendida gratamente...comparto contigo un verso de un precioso poema de Borges:

    "Mi mente se aplicó a las simétricas porfías
    del arte, que entreteje naderías."

    Tu manera de "entretejer naderías" aplicando las "simétricas porfias del arte"...conmueve. Muchas gracias a ti.

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  10. There's a war inside pictures in my mind

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