Rompería, hoy, esas amarras
que nos atan la conciencia de ser libres.
Mataría los duelos
y los cisnes
que no supieron predecir que era Verano
y se lanzaron, solos, viento en mano,
en busca de otro Sur
en pleno mayo.
Quiero plantar etérea la semilla
del vuelo de tu falda en mi memoria;
arrebatar al aire toda excusa
y prenderme para siempre de tu escote.
Quiero pisar la arena de tu playa
buceando sobre el filo de ese abismo
que nos quiere separar cada mañana;
arrostrar los peligros y batallas
que nos hacen ver en cada paso lo que vale;
y respirar en el cuenco de tus manos
hasta beberme enteros tus caprichos.
Y en todo y por todo despertarme,
como antaño, olvidado de quebrantos,
solo en tus ojos, los tuyos en los míos,
atravesados por la flecha y sus secretos,
las velas hacia el cielo,
que nos atan la conciencia de ser libres.
Mataría los duelos
y los cisnes
que no supieron predecir que era Verano
y se lanzaron, solos, viento en mano,
en busca de otro Sur
en pleno mayo.
Quiero plantar etérea la semilla
del vuelo de tu falda en mi memoria;
arrebatar al aire toda excusa
y prenderme para siempre de tu escote.
Quiero pisar la arena de tu playa
buceando sobre el filo de ese abismo
que nos quiere separar cada mañana;
arrostrar los peligros y batallas
que nos hacen ver en cada paso lo que vale;
y respirar en el cuenco de tus manos
hasta beberme enteros tus caprichos.
Y en todo y por todo despertarme,
como antaño, olvidado de quebrantos,
solo en tus ojos, los tuyos en los míos,
atravesados por la flecha y sus secretos,
las velas hacia el cielo,
capaces, fuertes, ciertos,
libres las amarras,
como sueño.
Madrid, 5 de junio de 2012