Como resulta que al autor no sólo le ha parecido bien que en mi anterior entrada publicara uno de los poemas de su último libro, sino que de hecho me ha comentado que gracias a eso le ha escrito algún lector desde sitios tan remotos e inesperados como Nueva Guinea o Kazajastán, me pide que publique aquí otro de mi elección.
He dudado bastante en cuál, pero -será por el día electoral o por yo qué carajo sé- el que me apetece es este. Acomódense y disfrútenlo o repúdienlo. Cada cual lo que considere, que en esto de la poesía la entraña es lo que cuenta.
Mientras te amo,
hay miríadas de bocas hambrientas ahí afuera.
Hay guerras y torturas y detenciones ilegales,
incluso aquí mismo.
Hay ancianos muriendo solos y olvidados.
Yo te amo
y miles de corazones de piedra se encastillan
para resistir asedios interminables
frente al abismo de Helm.
Mientras nos amamos,
un horizonte de manchas trepando al sol nos circunda,
He dudado bastante en cuál, pero -será por el día electoral o por yo qué carajo sé- el que me apetece es este. Acomódense y disfrútenlo o repúdienlo. Cada cual lo que considere, que en esto de la poesía la entraña es lo que cuenta.
Mientras te amo,
hay miríadas de bocas hambrientas ahí afuera.
Hay guerras y torturas y detenciones ilegales,
incluso aquí mismo.
Hay ancianos muriendo solos y olvidados.
Yo te amo
y miles de corazones de piedra se encastillan
para resistir asedios interminables
frente al abismo de Helm.
Mientras nos amamos,
un horizonte de manchas trepando al sol nos circunda,
construyen una esfera de hierros oxidados en que encerrarnos,
un laborioso presidio de ignorancia,
una armilar retórica negacionista.
Nosotros amándonos
y ellos cada vez con más empeño,
como si el desafío no tuviera marcha atrás,
como si no fueran a haber ya prisioneros.
Mientras tú y yo,
allá hay campos desiertos y baldíos,
extensiones de agua estancada y desahuciada,
caminos obstruidos por la resignación,
trincheras excavadas en miles de impaciencias que anhelaban.
Nos miramos a los ojos
y no vemos que estamos simplemente cercados
por un mundo para el que ya somos ajenos,
una impronta en la pared que se diluye por minutos.
Mientras te amo,
el signo de los tiempos nos ignominia
y el cielo se contrae en un último estertor.
(c) Alfonso Trallero Masó
(c) Ed. Camelot 2019