sábado, 11 de octubre de 2014

SIEMPRE

SIEMPRE


Y seguirás a mi lado, siempre,
cuando mire al cielo y te vea en cada estrella,
cuando cante el pájaro en primavera
o en la lluvia que me moje dulcemente;
tu aliento me envolverá con cada brisa
y tu voz restallará con cada ola;
sobre el mugir de la tierra te harás risa
y en todos los campos, amapola.
Y sonreirán los niños tu sonrisa;
no dejará tu sol de acariciarme;
te llenarás de blanco en cada luna,
y aún el silencio callará para escucharte
acunar una nana en cada cuna;
me mirarán tus ojos, dos luceros;
me abrazará tu amor en cada abrazo;
será tu paz la estrella de mi faro
y tu imagen, la cara de mi espejo;
no añoraré los días que se fueron,
pues viviré los sueños en presente,
dibujando con tus huellas el sendero
que proyecta tu semblante sonriente;
serás tren, árbol, lejanía,
horizonte de esperanzas renacidas,
roca frente al mar embravecida
o ternura amaneciente amanecida;
batirán tus alas tristezas y amarguras,
convirtiendo en remolinos mis derrotas;
atravesaremos juntos la espesura
y anidarán en tu pelo las gaviotas.
Y volverás a ser cada mañana,
cada tarde, cada noche, cada estela,
cada barco, cada cielo, cada vela,
cada parque, cada rincón, cada ventana;
me llevarás en volandas de la vida
y del amor a las praderas
donde serán razón nuestras quimeras
y brotará una flor de cada herida.
Hasta que un día, tal vez en primavera,
cuando mi tiempo haya colmado su medida,
me llamarán a tu encuentro las estrellas
y no habrá llanto, ni dolor, ni despedidas.
Y siempre te querré.

Eternamente.


De "El sembrador de sueños", Alfonso Trallero, ed. Bubok, 2010.